Seguramente no soy el único al cual, por primera vez en mucho tiempo, ve a varias personas que forman parte del pasado de nuestras vidas, y aunque no fueron de un gran cambio relevante formaron parte de nuestra vida durante largo tiempo. Es lo que puede ocurrir con aquello que podemos llamar amistades de infancia, y que yo prefiero llamar compañerismo colegial. Sí, hoy pude ver a varios a de esos compañeros.
Extraño el juego en el cual hemos entrado, un juego de miradas cómplices, donde nadie decía nada a nadie, o como mucho un simple hola o una frase algo estúpida por la lógica que a ello llevaba. Distanciados como individuos que en realidad ya nada tenían que decirse. Y no es la primera vez que ocurre, pero antes, antes me sentía dolido y como un verdadero gilipollas. Pero esta vez no, esta vez he sonreído, no por lo patética que pudiera parecer la situación, sino porque me sentía feliz de ver que habían crecido, que para bien o para mal siguen enfrentándose a sus vidas.
Somos como brizna de hierba que no para de danzar entre en el viento, pareciendo que se mezcla, pero en realidad seguimos siendo una y con la fabulosa capacidad de poder movernos. Pobre brizna de hierba, que si hablara seguro nos preguntaría por qué ellas no pueden danzar junto a las briznas de hierba de dos metros más allá.
Pero en todo esto hay un pequeño punto oscuro. Mi duda estaba si mi felicidad era provocada porque aquellos que se conocían y conocía tampoco mantenían una conversación. Tengo miedo de ese mal pensamiento… pero hay una débil luz que ilumina ese pensar. Y es que cuando pasé al lado de una de esas personas no sentía vergüenza, ni malestar ni me sentía un gilipollas por no hablar. Me sentía bien, sin miedos de que estaba haciendo algo mal, manteniendo ciertas personas en mi cabeza que me son importantes. Y esas personas lo fueron y lo son… y me siento feliz de al menos haberlas visto, y ver que de aspecto parecían saludables, dejando a un lado sus estados emocionales y vidas privadas. Y eso me ha sido más que suficiente como para que mi brizna de hierba volviera a danzar con aquellas con las que danzo ahora con el son del viento, el tiempo.
2 comentarios:
bienvenido a la inocencia de la infancia, donde los complejos y el qué dirán no existían.
Esas personas que estuvieron jugando con nosotros cuando éramos peques normal que ahora guarden un lugar especial en nuestra memoria :)
Seeee... XDDD Siempre estarán ahí como un dulce recuerdo que no se añora -al menos yo no por ahora-, pero da gusto tenerlos.
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