Después de estar esperando helándome por el frío, entrando la rasca por la parte baja de los pantalones, me subo al bus que me devolverá al lugar donde supuestamente procedo. En un principio no siento nada, bueno, sí, una gran satisfacción. Pero cuando subo veo que el bus que me ha tocado tiene tanta mierda en los cristales que me será imposible ver ése océano. Así pues me recuesto y me pongo a recordar cada momento del día. Y en un improvisto deseo salir, volver atrás, pero sé cual es mi sitio ahora, sé donde está mi lugar, y el alejarme no significa mucho, ya que a las personas a las que he conocido en persona las he conocido en la lejanía. Me arrepentí de no decir y no hacer tantas cosas... pero a la vez me alegro de arrepentirme, porque entonces sólo me quedaría arrepentirme del no ir.
A cada una de esas personas gracias. Por desgracia he de agradecérselo primero a aquella damita que me recogió con esa gran sonrisa. Y luego a la Señorita de los Puños que en el poco tiempo que estuvo, me animaba con cada golpe en mi brazo –escayolado durante dos semana tras los golpecitos XD). Gracias y hasta pronto.
Pero nada, las cosas mejor que acaben feliz y con ritmo ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario