jueves, 25 de marzo de 2010

XV Salón del Cómic de Granada

El XV Salón del Cómic de Granada que estuvo abierto al público los días 12, 13 y 14 de Marzo. Y la verdad, aunque llevé mi cámara me dije ¿Por qué hacer fotos? ¿por qué darle tanta importancia a la imagen? Así pues mi cometido es explicarme lo suficientemente bien como para que sin ellas os situéis. Bueno, os pondré alguna cogida de “Forma Prestada”. Pero vamos, muy genéricas, nada específico.



Hay que empezar con mi tan mala suerte de tener al final que recorrerme media Granada con la mochila a cuesta a lo Labordeta, con un aire gélido de la mañana que rozaba mi cara y un sol que picaba más que una espuerta de mierda de no ducharte. Y es que mil veces prefería uno tener que pasar por peligrosos ríos asfaltados infestados de tiburones metálicos, entre manadas de viejas chismosas a punto de dejarte su dentadura clavada en la yugular por entrometerte o acercarte a su grupillo; y por enormes zanjas que aparecen naturalmente… naturalmente por obras de un metro que va sobre el suelo (No, no soy gilipollas, ya sé que eso debería ser un tranvía, pero si dicen que es un metro yo no le voy a dar la contraria). Pero daba lo mismo una vez alcanzado el objetivo, pues debías esperar en la cola, semejante a las que hay en las puertas del INEM, con el increíble dato de que te tiraste más tiempo esperando ese autobús “latadeanchoasapretadas” en el cual no podías entrar y que una vez abierto seguro reventó como un petardete, que si desde un comienzo te hubieras planteado ir andando.


Escogiéndose la Feria de Muestras de Armilla (FERMASA), uno de los lugares más amplios para este tipo de eventos, poco habría que preocuparse por el espacio, más si tenían habilitado dos pabellones. Stands por doquier que harían feliz al más frikero del cómics, estando en primera línea los americanos, en una segunda los europeos… y muy de lejos el manga, tal y como debe ser un buen Salón del Cómic, con una pinta más cuidada, con la fantástica idea de poner en medio de los stands un puesto de golosinas (entiéndase que lo digo con sutil ironía y guasa), con stands de ilustradores, los de Bellas Artes de la UGR (Universidad de Granada), minipuesto que ni pajolera idea y otros de un blog llamado algo así como “Dos Para Ramen”... -No sé si es así, pero va, le pillo una imagencilla prestada-.

Pero se me olvidaba lo más importante, pequeños rincones donde se mostraban pequeñas obras de arte, la zona de los videojuegos novedosos… novedosos hace muchos meses atrás, los lugares de los talleres donde para mi sorpresa se asomaba una asociación Nigeba, de los vecinos jienenses, en los cuales hacían garguerías manuales donde la gente se acerca como yonkis; y una zona donde jugar rol en vivo… y donde sólo se veía a dos o tres expertos aburridos invadidos por aficionados alocados que aparecían como las cucarachas. Y lo mejor, un puestecillo de ramen “meadadeburra” con una increíble cola que recordaba a esas de las grandes depresiones, donde sólo faltaba el liarse a hostias vivas por uno de esos tarros que exportan desde china; pringando de un olor a avecrem caducado un lugar que debía dejar un profundo hedor de papel y tinta que era lo que un buen yonki del cómic desea… o al menos al dulce del puesto de las chucherías ya que estaba.

Podría creerse que me olvido de lo mejor y más importante de este lugar de stands, pero no. En una esquina, algo oculta en principio, encadenaban en sillas incómodas de madera a los esclavos encargados de nutrir al buen “frikero comikero” de cómics y más cómics, enseñando sus caras pálidas y hastiadas de duro trabajo, exhaustos, y que ahora debían firmar a fuerza de latigazos de sus fans cada cosa que le dieran, desde pintorrear sus propias obras –que putada-, hasta una libreta de las notas de la compra, un pañuelo usado y prefiero no decir que parte del cuerpo humano. Algo muy bonito, con otras colas que se las traía, y que hubiera sido perfecto si se informara mejor de quién carajos eran los esclavos allí encadenados –sé que como invitados estaban Carlos Pacheco o A. Azpiri entre un hueval de personas-. Al parecer la cosa era sencilla: aguardar una cola de mil demonios donde notas el mal karma del resto, y al llegar donde estaba el esclavo debías preguntarle seco, con ese toque de mal parido de las tierras profundas, “¿Y tú quién eres?”, a lo que él te respondería galante, con tono de jilguerillo, en qué ha trabajado mientras piensa “Otro gilipollas que me viene a pedir firma sin más”, a lo que tu lo mismo le sacabas una libreta enorme donde guardar las firmas de cualquiera que te encuentres, un folio de recolectar firmas para aprobar la ley de leer obligatoriamente un cómic en toda clase de habla castellana, o lo que era más normal en este Salón del Cómic de Granada, sacar un manga de Naruto y pedirle que te lo firme mientras notabas la cadena alrededor de tu cuello sintiendo como exhalabas tu último aliento.

Porque sí, sin lugar a dudas, de los pocos eventos saloneros a los cuales he podido visitar (se cuentan con dos dedos), éste sea tal vez el más atractivo visualmente, el más cuidado, el no tan cutre… pero por desgracia había un halo de pesadumbre y sosez que ni mil toneladas de sal hubiera alegrado el cotarro, por no decir mil toneladas de marihuana y “¡Atchís!” –no sé, pero me da en la nariz que no se escribe así-. La cosa es que el evento era visitado por gran mayoría por frikazos del manganime porque claro, no saben leer SALÓN DEL COMIC; y al final se veían defraudados al ver que sus ganas de alimentarse de mangas comerciales a tutiplén y merchandaising japonés, eran mermados a pesar de que había más de lo que debería. Y al final veías a ese frikero comikero, que miraba entre los estands de comics viejunos para el recuerdo, y que llenaban sus mochilas de rarezas difíciles de encontrar en cualquier lugar, como una especie en peligro de extinción. Y eso, que si eres un buen otakutiense podrías encontrar mangas deliciosos, menos comerciales pero de una gran calidad y que ningún buen otakutiense debía dejar pasar… pero a que al final hay mucho cordero, mejor seguir a la manada como ciegos aunque acaben despeñadas.


Me faltaría pues, hablar del cosplay y del concurso… Bueno, pues me lo perdí con DOS COJONES. La verdad, esta raza apareció a las siete de la tarde en masas como si se escondieran en su colina hobbit hasta que fuera hora de la cena y tomarse sus buenas pintas de cerveza. Y podríamos hablar de lo que se veía por el recinto.

Bueno, yo siempre veo tres categorías: cosplay idiota, cosplay trabajado y cosplay currado. El primero es ese idiota donde gente idiota se disfraza de cosa idota y necesitas mucha imaginación para ver la idiotez recreada mientras te preguntas por qué cojones no decidieron ir al menos de preservativos y ayudaban a la campaña del Estado. Luego el cosplay trabajado, que es ese que aunque no se note un trabajo pulido, se le ve cierta dedicación y se distingue lo que es. Y los currados, que son esos que a primera vistas sabes que son y de los cuales más del 50% de estos te imaginas que fueron comprados en un buen mercadillete de las que te dejan la cartera con más telarañas que la casa de Spiderman. Vamos, eso en rasgos generales. Por suerte no vi mucho cosplay idiota que es el que realmente da ganas de abofetear al disfrazado y decir QUÉ y QUÉ NO es un cosplay. Bueno, a parte, los otros dos grupos restantes acabarían hasta los cascabeles colgantes de posar para las fotacas.

Hasta ahí todo bien… aunque últimamente veo que el cosplay se convierte en un enseña carnes prepúberes que no se yo si a todo padre le gustaría. Pero bueno, que a mi me daba igual… o no, que uno quiere ver carnes de mujeres echas y derechas leñes, decir un piropo al aire y, si es necesario, recibir una guantada de dos pares de narices que te deje tonto pero nunca olvidando el roce sensual de esa mujer, el roce de su piel “manual” con la tuya facial barbuda que sabes le habrás lijado media palmada…

Y creo que así, cuento con plenitud no plena este extraño día de evento salonero, donde acabé volviendo, otra vez, a pata a mi casa. Así pues, leer como un bis el primer párrafo cambiando “viejas chismosas” por putas sin ningún problema. Este fue el idílico día en un evento atractivo pero sobrio, y así os lo he contado.
Vale, no es gran cosa, pero joer... si es que sois tiquismiquis... >.<

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